Es un órgano interno que se encuentra en la pelvis situado detrás del pubis, delante del recto e inmediatamente por debajo de la vejiga de la orina.

Envuelve y rodea la primera porción de la uretra (conducto que transporta la orina desde la vejiga al exterior), atravesándola en toda su longitud (uretra prostática).

Estas características anatómicas hacen fácilmente entendible que todos aquellos cambios y procesos patológicos tanto benignos como malignos que se produzcan en esta glándula van a provocar alteraciones más o menos notables en la forma de evacuar la orina (micción).

Aunque el tamaño de la próstata varía con la edad, se aceptan como normales unas dimensiones de 4 cm. de largo por 3 cm. de ancho. Clásicamente se ha dicho que tiene forma de castaña. Posee una fina envoltura que se conoce como cápsula prostática que define su límite.

La próstata se relaciona íntimamente con otras estructuras del aparato reproductor como son los conductos deferentes y las vesículas seminales. Los conductos deferentes son unos tubos finos que van desde cada uno de los testículos hasta la uretra prostática. Se encargan del transporte de los espermatozoides. Las vesículas seminales son unas estructuras con forma de saco que están por encima de la próstata y detrás de la vejiga.

Ambas estructuras vacían sus secreciones (líquido seminal y espermatozoides) en la uretra prostática mediante un conducto común, llamado conducto eyaculador que atraviesa la próstata. De aquí saldrán al exterior junto con la secreción de la misma (líquido prostático), constituyendo el semen.

 

Nuestro organismo está constituido por tejidos y éstos a su vez por un conjunto de células, que se dividen de forma regular con el fin de reemplazar a las ya envejecidas o muertas y mantener así la integridad y el correcto funcionamiento.

Este proceso está regulado por una serie de mecanismos que indican a la célula cuándo comenzar a dividirse y cuándo permanecer estable.

Cuando estos mecanismos se alteran en una célula, ésta y sus descendientes inician una división incontrolada que con el tiempo dará lugar a un tumor o nódulo.

Si estas células, además de crecer sin control adquieren la facultad de invadir tejidos y órganos de alrededor (infiltración) y de trasladarse y proliferar en otras partes del organismo (metástasis) se denomina tumor maligno, que es a lo que llamamos cáncer.

Cuando las células tumorales, con capacidad de invadir los tejidos sanos de alrededor y de alcanzar órganos alejados e implantarse en ellos, están ubicadas en la próstata, hablamos de cáncer de próstata.

Este tumor maligno, puede crecer de tres maneras:

  • Crecimiento local: se produce por crecimiento tumoral e invasión de la cápsula prostática. Más tardíamente el tumor puede romper la misma y crecer invadiendo los tejidos y órganos periprostáticos. La invasión de la vejiga o el recto es tardía en el tiempo.
  • Diseminación linfática: existe una clara relación entre el tamaño del tumor primitivo y la probabilidad de afectación ganglionar.
  • Diseminación hematógena: esta diseminación se realiza a través de los vasos sanguíneos, preferentemente hacia el hueso.

 

Tradicionalmente el papel de la qumioterapia se reservaba a pacientes con cáncer de próstata con metástasis cuya enfermedad se hacía resistente al tratamiento hormonal. Los estudios publicados hace ya una década mostraron que la administración de docetaxel aumentaba la supervivencia. Recientemente, se ha añadido el cabazitaxel como agente de quimioterapia útil tras el fracaso de docetaxel,

 

Además, en los últimos dos años han ido apareciendo trabajos que evalúan la actividad de docetaxel desde el principio de la enfermedad. En este sentido, es destacable la publicación del estudio CHAARTED y la presentación en congresos internacionales del estudio STAMPEDE, que permiten el uso de este agente de quimioterapia en pacientes recién diagnosticados de cáncer de próstata metastásico hormonosensible.